A 2490 msnm se alzan las "ruinas" de Machu Picchu. "La ciudad perdida de los Inkas", como la denominaría el profesor norteamericano Hiram Bingham quien, estudiando las rutas libertarias de Simón Bolivar en Sudamérica, tomó especial interés por la cultura Inka y sus caminos. Bingham partió de Cusco y atravezó el Valle Sagrado de los Inkas en dirección del río Urubamba llegando al sitio de Mandorpampa donde conoció a unos campesinos quienes le indicaron que en la cima de enfrente existían ruinas de una ciudad. Fue el hijo de una de estas familias quien lo condujo hasta los restos arqueológicos.
Para 1912, Hiram realizó una nueva expedición para explorar, deforestar y realizar investagiciones arqueológicas en el lugar, auspiciado por la Universidad de Yale y la National Geografic Society.
Hoy en día, es el INC (Instituto Nacional de Cultura de Cusco) quien se encarga de la conservación, mantenimiento y difusión del sitio, cobrando U$S40 sin importar la nacionalidad del visitante.
A las 5:30 am estabamos en la fila para sacar los boletos en bus (U$S8) y estar entre los primeros y únicos 400 que subieran a Wayna Picchu (cerro joven), un grupo de templos y terrazas que están a 360m sobre el Machu Picchu. En este lugar residían, según los guías locales, los sacerdotes y las virgenes. Desde allí se tiene una vista panorámica del Machu y puede observarse la forma de cóndor que dibuja la cuidad.
La primera vista de las ruinas la habíamos tenido el día anterior al subir al Putukusi, cerro que está justo en frente y desde donde puede uno "tomar la ciudad con la mano" como nos contaba Iván, un argentino que está hace un tiempito en Cusco y que nos hizo las veces de guía por allí llevándonos a conocer la piedra de los 12 ángulos en el muro de los Inkas y el de los Inka-paces (españoles).
El ascenso al "Cerro alegre" (Putukusi) fue muy duro, pero valió el esfuerzo ya que desde la cumbre, plagada de golondrinas barranqueras, pudimos ver el majestuoso Machu Picchu.
La segunda impresión, al día siguiente, no fue de lo mejor. Nos sentimos cual ganado entre toda la gente haciendo filas eternas de acá para allá. Parecía Disney World más que un monumento arqueológico. A la entrada un lodge enorme, todo lo que leíamos estaba únicamente en inglés y los precios en dólares, claro está a quién va dirigido.
La segunda impresión, al día siguiente, no fue de lo mejor. Nos sentimos cual ganado entre toda la gente haciendo filas eternas de acá para allá. Parecía Disney World más que un monumento arqueológico. A la entrada un lodge enorme, todo lo que leíamos estaba únicamente en inglés y los precios en dólares, claro está a quién va dirigido.
Una vez registrados, subimos casi huyendo del montón y en un periquete ahí estabamos, en la cumbre de la montaña grande observando al Machu desde las alturas en todo su esplendor. Al descender fuimos a la Gran Caverna y al Templo de la Luna, increíbles, tanto el sendero a través de la ceja de selva como lo que nos esperaba al final del camino. Un templo construído bajo una rocota el cual en noches de luna llena (en junio y julio) queda iluminado como si lo fuese con un reflector.
Y de nuevo en Machu Picchu, a recorrerlo todo y llenar nuestros ojos con sus maravillas, sin dejar de imaginar como hicieron sus creadores para mover, esculpir y montar semejantes piedras de granito gris blanco y formar esa enormidad que nos deslumbraba a cada paso y que, según algunas hipótesis, fue abandonada mientras Pizarro y su ejercito invadían el Cusco para el 1500 aproximadamente. Actualmente anidan cada año allí colonias de golondrinas y vencejos.
Para 1983, el Machu Picchu fue declarado por la UNESCO Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad, aunque lamentablemente no es accesible para todos esta obra cumbre de la cultura Inka Imperial.
Maria Pia Floria
2 comentarios:
iujuuuu alucinanteeeee
Gracias!!! me alegro te haya gustado la nota =)
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