El Arroyo Seco es el que se encarga de transportar el agua que desborda de Laguna la Zeta en época de crecidas. El caso es que mayormente en verano está seco y por eso el nombre, pero también suele llenarse, y cómo, recordáramos aquél julio de 2004 cuando una de sus mayores crecidas se llevó puesto el puente sobre la ruta que va a Trevelin. Sin embargo, y ya con puente nuevo, el arroyo por estos días existe aunque es apenas un cursito de agua cuando nace en la Z y un poco más grande cuando desemboca finalmente en el Arroyo Esquel, gracias a los aportes que le llegan dentro del mismo cañadón.
Hasta ahí un introducción al tema... La cosa es que motivado por un día templado me fui a caminar el cañadón por el que corre este arroyo, desde la Z hasta que asoma por atrás de Villa Ayelén. El trayecto es bastante largo, es mucho más corto llegar hasta la naciente desde Esquel, que hacer el recorrido por el cañadón. Además como es un cañadón que profundiza zigzagueante, por momentos se hace difícil la caminata, aunque prácticamente no hay obstáculos importantes. A medida que se avanza las paredes son cada vez más pronunciadas y hay evidencias de deslizamientos así como de grandes abanicos que forman los arroyitos que aportan al cauce durante las lluvias. Gigantescos anfiteatros se forman en las paredes con el paciente horadar del agua.
El cañadón se va abriendo paso en el medio de la estepa arbustiva y, claro, protegido del sol y de los vientos, en sus márgenes crece una exhuberante vegetación, llaman la atención la gran cantidad de Nalca o Pangue que hay, aunque toda seca. Los Maitenes acompañan todo el trayecto y a medida que se acerca uno al final del recorrido (de más de dos horas) el paisaje se convierte en un verdadero bosque donde no faltan Ñires, Cipreses, hongos Llaollao, ni Rayaditos.
Además en el trayecto pude observar Cabecitanegras, Comesebos, Cachuditos, un Gaucho grande, Remolineras, incluyendo un encuentro a centímetros con la Remolinera chica, Ratonas, Codornices, un Aguilucho común en lo alto, y algún otro que me estoy olvidando.
Bueno, sin más los invito a que se tomen una tarde y lo recorran con paciencia y buen calzado. Un lugar para conocer y disfrutar en las cercanías de la ciudad.
Hasta ahí un introducción al tema... La cosa es que motivado por un día templado me fui a caminar el cañadón por el que corre este arroyo, desde la Z hasta que asoma por atrás de Villa Ayelén. El trayecto es bastante largo, es mucho más corto llegar hasta la naciente desde Esquel, que hacer el recorrido por el cañadón. Además como es un cañadón que profundiza zigzagueante, por momentos se hace difícil la caminata, aunque prácticamente no hay obstáculos importantes. A medida que se avanza las paredes son cada vez más pronunciadas y hay evidencias de deslizamientos así como de grandes abanicos que forman los arroyitos que aportan al cauce durante las lluvias. Gigantescos anfiteatros se forman en las paredes con el paciente horadar del agua.
El cañadón se va abriendo paso en el medio de la estepa arbustiva y, claro, protegido del sol y de los vientos, en sus márgenes crece una exhuberante vegetación, llaman la atención la gran cantidad de Nalca o Pangue que hay, aunque toda seca. Los Maitenes acompañan todo el trayecto y a medida que se acerca uno al final del recorrido (de más de dos horas) el paisaje se convierte en un verdadero bosque donde no faltan Ñires, Cipreses, hongos Llaollao, ni Rayaditos.
Además en el trayecto pude observar Cabecitanegras, Comesebos, Cachuditos, un Gaucho grande, Remolineras, incluyendo un encuentro a centímetros con la Remolinera chica, Ratonas, Codornices, un Aguilucho común en lo alto, y algún otro que me estoy olvidando.
Bueno, sin más los invito a que se tomen una tarde y lo recorran con paciencia y buen calzado. Un lugar para conocer y disfrutar en las cercanías de la ciudad.
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