El ojo sagaz del observador de aves no se compara con nada. Una silueta de espaldas en el rabillo del ojo desencadenó rápidamente una cascada de pensamientos que hicieron que un instante después estuviera frenando el auto y pegando la vuelta sobre el costado de la ruta.
Me acerqué despacio y cuando sobrepasé un sauce que me ocultaba me encontré con lo que esperaba: un Caburé grande (Glaucidium nanum) que me esperaba para la foto.
El sol en su ubicación perfecta y hasta la rama precisa para equilibrar la imagen. Pasándome al asiento del acompañante con la ventanilla baja y sin bajarme... le disparé.
Aaah que placer mirarnos de tan cerca animalito!
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