Más de la mitad de las especies de aves de la zona afectada por el volcán Chaitén tiene características migratorias, esto significa que en esta época las poblaciones que se quedan en la zona se ven reducidas naturalmente a causa del clima severo (nieve, heladas, escasez de alimento, etc). Por lo que la población afectada de por sí es mínima, además no se encuentran en períodos reproductivos ni de nidificación.
Más allá de eso se ha constatado visualmente la abundante presencia de aves en la zona periférica a la caída de ceniza, indicando al menos cierto desplazamiento de las zonas afectadas. En relación a esto se puede suponer que las especies de aves de nuestra zona pueden tener cierto grado de adaptación a situaciones catastróficas como la que se está viviendo dado que sus antepasados seguramente han sobrevivido a situaciones similares. Aquellos supervivientes determinan las características de las generaciones actuales que podrían haber adquirido los hábitos de desplazarse.
Aún así la mortandad de aves en las cercanías del volcán es inevitable, afectando la respiración de las aves, así como la disponibilidad de agua y alimento, pero alejándose de la zona crítica no deberían encontrarse disminuciones significativas de las poblaciones.
Según Buist et al. (1986), a largo plazo se diagnostican algunas enfermedades en aves que inhalaron ceniza, pudiendo desarrollar hiperplasia linfoide y granulomas.
Más estudios deberían ser llevados a cabo para evaluar los daños potenciales para las comunidades de aves de nuestra zona, así como de las aves urbanas, aunque a primera instancia los efectos no serían significativos.
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