27 marzo 2008

Volando vengo... gracias PLAY Esquel!

Artículo publicado en la Revista PLAY de Abril, para conocerla y pedir ejemplares:
playesquel@yahoo.com.ar


Una puerta de entrada a la naturaleza

Aunque seguramente habrá mucha gente que nunca vio un marsupial o un anfibio, no creo que haya nadie que nunca haya visto, y reconocido, un ave en libertad. Las aves son los seres vivos que con mayor eficiencia han dominado el arte de volar, y esto hace que estén presentes en prácticamente todos los ambientes de la tierra. Así, tienen muchas maneras de relacionarse con los humanos, y lo hacen constantemente y en todo el planeta. No siempre la relación humano-ave es beneficiosa para ambos, en algunos casos se ven perjudicados los humanos, en otros, muchos más, las aves. Desde la simple matanza de los niños con sus gomeras, hasta las extinciones masivas por sobreexplotación y reducción de sus hábitat.

Sin embargo, la visión global de la humanidad hacia la naturaleza, incluidas las aves, está cambiando desde hace poco pero a gran velocidad. A medida que pasan los años se está dejando atrás la mirada productiva, industrializada, de recurso ilimitado de bienes, de que somos “superiores” y podemos hacer con el planeta lo que se nos antoje. Se está girando hacia una mirada más conservadora, de bienes y recursos no renovables, donde la naturaleza tiene derecho a existir inalterada, emulando a los derechos propios de los humanos. Una visión más respetuosa, humilde, agradecida del mundo y celebradora de la vida, toma forma entre la gente de hoy. Incluso, ante la inminente catástrofe anunciada por los científicos en relación al cambio climático, ya se ha convertido en bandera política, fundamental a la hora que esa creciente mirada ambientalista se convierta en hechos, reparadores del daño causado.



Entre las actividades que toman impulso en la actualidad en relación a esta nueva mirada sobre el mundo, está la observación de fauna, y especialmente de avifauna. No únicamente ya que se pueden hacer safaris de cualquier tipo en búsqueda del animal, planta, hongo, formación geológica, y demás, que se desee. Pero la observación de aves es, indudablemente, la más aprovechada dada la facilidad que existe para encontrar aves en ambientes naturales. Más de 80 millones de personas observan aves en el mundo, la mayoría concentrada en los países de habla inglesa como Estados Unidos e Inglaterra, pero también en el resto de Europa y, en mayor o menor medida, en todos los países del mundo.

Cuando uno se acerca al mundo de las aves descubre cosas sorprendentes. Entre las casi 10 mil especies que habitan en la Tierra existen algunas maravillosas. También se encuentran las aves más comunes que cualquier vecino de Esquel puede reconocer, como la emblemática Bandurria o Raqui, el a veces molesto Tero, o el elegante, aunque de hábitos un tanto cuestionables, Chimango. Estos son solo algunos representantes de las más de 170 especies que habitan nuestra región.

Pero también existen en el mundo aves que a los ojos de un patagónico resultarían extrañísimas. Imagínense una bandurria completamente roja como el ibis rojo de Trinidad y Tobago, o aves casi ciegas que viven en cavernas y se desplazan de noche usando ultrasonidos, del mismo modo que los murciélagos, como son los guácharos de Venezuela. O unas cuyos pichones tienen garras en lugar de alas para trepar por los árboles como los del hoatzín, o especies capaces de reproducir los sonidos más extraños, como los del obturador de una cámara fotográfica, como es el caso de las aves lira, habitantes de las selvas australianas. Y esto sólo por mencionar algunas de las que existen en la actualidad. Si recorremos el registro de las aves extintas nos encontramos con algunas similares a avestruces pero carnívoras y cazadoras, con el poder de los felinos africanos, o el ave voladora más grande que jamás haya existido, que vivió en las pampas de la Argentina y tenía una envergadura alar de 7 metros y un peso de hasta 100 kg, o los Moas neocelandeses, gigantes ápteros, emblemáticos de las islas que alcanzaron su extinción en manos de los primeros maoríes que llegaron a cazarlos como alimento.

Es inimaginable conocer las 10 mil especies que existen hoy en el mundo con sus particularidades y características específicas, y mucho más difícil sería llegar a verlas a todas en su ambiente natural. Aún así, muchos observadores de aves “compiten” para ver quién observa más especies a manera de figuritas coleccionables, pero sería imposible avistarlas a todas, más aún si consideramos que, año a año, se descubren nuevas especies ocultas en las selvas o en las altas montañas.

Pero el llamado “twitching” (este arte de “coleccionar” avistajes), no es la única manera de encontrarse con las aves, muchas personas, la mayoría, salen a observar aves por el mero placer que les provoca. Y no es para menos ya que las premisas para la observación de aves son muy tentadoras: es una actividad que se realiza al aire libre, preferentemente en ambientes poco alterados por la mano del hombre, ambientes que, cuanto más diversos, mejor, que se realiza con buen clima, en épocas de primavera y verano, que puede ser durante la mañana o todo el día, ¡e incluso durante la noche! Las opciones son todas buenas.



Todos los aspectos de la observación de aves tienden a lograr cierta comunión con el medio natural. Es una actividad que fomenta el respeto y el amor por la naturaleza, pero además tiene otra cualidad destacable que quizás sea la más importante: al adentrarse en el mundo de las aves uno empieza a comprender el funcionamiento de la naturaleza. Las aves no son especies aisladas del mundo natural ni mucho menos, están conectadas con miembros de otros grupos de animales, plantas, insectos, hongos, y demás, y también se relacionan con la geología de manera muy particular. Son sólo un eslabón en la gigantesca malla multidimensional que es la naturaleza, entrar al mundo de las aves significa comenzar a recorrer esta red en donde cada unión representa una relación entre seres de nuestro planeta, en donde cada nudo que uno perturbe, alterará a muchos otros que están en su cercanía. Recorriendo estas relaciones, tan delicadas como precisas, que existen en la naturaleza, se llega a comprender la historia de la vida, entendiendo así, el lugar que el ser humano ocupa en esta pecera en la que vivimos, y dándose cuenta de lo insignificante que es. Conociendo las leyes de la naturaleza, que modelan el planeta desde hace 4500 millones de años, uno puede reconocer con humildad el papel que le toca jugar al ser humano en este planeta.

Las aves, además de fascinarnos con sus colores, su vuelo, su comportamiento, su majestuosidad y delicadeza, son una puerta de entrada a este mundo que nos acompaña en cada paso, y que existe en nuestros patios, nuestras escuelas, nuestra plaza y nuestros baldíos, y por supuesto, en los alrededores de esta privilegiada ciudad de Esquel, a pesar de que todavía sigue oculto para mucha gente. Conocerlo y comprenderlo, nos ayuda a ser mejores personas, tanto con la naturaleza como con la humanidad, aquellos que aman y respetan el mundo natural, no encuentran dificultades en amar y respetar al prójimo, llegando a vivir en armonía y en paz con todos los componentes de esta gran casa que llamamos Tierra.

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