Paula Alvarado Lazzarini escribió:
Estimados,
P.
Esquel Aves escribió:
Paula, no sé cómo agradecerte todas las palabras y cosas lindas que decís. Gracias a la gente como vos que disfrutan y ven con entusiasmo lo que hacemos, es que nos motivamos a seguir por este camino que esperemos que algún día sea pavimentado... Deseo que sigamos atrapándote y logrando que nos visites seguido.
En cuanto al pájaro Sofré... aparentemente se refiere al Saffron finch o jilguero dorado (Sicalis flaveola) Una especie de Chirihue o Jilguero que no llega a Chile. No lo encontré bajo el nombre de Pájaro Sofré más que en el poema de Neruda pero todo indica que es ese, más que nada porque se refiere a un ave muy cantora y este jilguero es dentro de los jilgueros el mejor cantor, que no es poca cosa, por lo que es frecuente verlo enjaulado.
Fotos y canto: http://www.avespampa.com.ar/Jilguero_Dorado.htm
Sobre el canto: http://ar.geocities.com/yosoy_2587/avesmgh/canto.htm
Muchas gracias de nuevo por el aporte, un abrazo
Javier
Oda al pájaro sofré (P. Neruda)
Te enterré en el jardin:
una fosa
minúscula
como una mano abierta,
tierra
austral,
tierra fría,
fue cubriendo
tu plumaje,
los rayos amarillos,
los relámpagos negros
de tu cuerpo apagado.
De la fértil Goiania,
te enviaron encerrado.
No podías.
Te fuiste.
En la jaula
con las pequeñas
patas tiesas,
como agarradas
a una rama invisible,
muerto,
un pobre atado
de plumas
extinguidas,
lejos
de los fuegos natales,
de la madre
espesura,
en tierra fria
lejos.
Ave
purísima,
te conocí vivente,
eléctrico,
agitado,
rumoroso,
una flecha
fragante
era tu cuerpo,
por mi brazo y mis hombros
anduviste
independiente, indómito,
negro de piedra negra
y polen amarillo.
Oh salvaje
hermosura,
la dirección erguida
de tus pasos,
en tus ojos
la chispa
del desafío, pero
así
como una flor es desafiante,
con la entereza
de una terrestre integridad, colmado
como un racimo, inquieto
como un descubridor,
seguro
de su débil arrogancia.
Hice mal, al otoño
que comienza
en mi patria,
a las hojas
que ahora desfallecen
y se caen,
al viento Sur, galvánico,
a los árboles duros, a las hojas
que tú no conocías, te traje,
hice viajar tu orgullo
a otro sol ceniciento
lejos del tuyo
quemante
como cítara escarlata,
y cuando
al aeródromo metálico
tu jaula
descendió,
ya no tenías
la majestad del viento,
ya estabas despojado
de la luz cenital que te cubría,
ya eras
una pluma de la muerte,
y luego,
en mi casa,
fue tu mirada última
a mi rostro, el reproche
de tu mirada indomable.
Entonces,
con las alas cerradas,
regresaste
a tu cielo,
al corazón extenso,
al fuego verde,
a la tierra encendida,
a las vertientes,
a las enredaderas,
a las frutas,
al aire, a las estrellas,
al sonido secreto
de los desconocidos manantiales,
a la humedad
de las fecundaciones en la selva,
regresaste
a tu origen,
al fulgor amarillo,
al pecho oscuro,
a la tierra y al cielo de tu patria.